domingo, 5 de agosto de 2007

Inventario de Cosas Perdidas

"¡Buenos días, abuelo!". Y él me abrazó en silencio. Me senté junto a su silla y después de unos instantes un tanto misteriosos, exclamó: "¡Hoy es día de inventario, hija!". "¿Inventario?", sorprendida pregunté. "Sí. ¡El inventario de tantas cosas perdidas! Siempre tuve deseos de hacer muchas cosas que luego nunca hice, por no tener la suficiente voluntad para vencer a mi pereza. Recuerdo, me dijo, a aquella chica que amé en silencio por tres años, hasta que un día se marchó. Además, estuve a punto de seguir en mis estudios, pero no me atreví por ser aquella época, me excusé en ello… Recuerdo tantos momentos en que he hecho daño a otros por no tener el valor necesario para hablar, para decir todo lo que pensaba. Y otras veces en que me faltó valentía para ser leal. Y las pocas veces que le he dicho a tu abuela que la quiero, y la quiero con locura. ¡Tantas cosas no concluidas, amores no declarados, tantas oportunidades perdidas!".

Luego, su mirada se hundió aún más en el vacío y se le humedecieron sus ojos, y continuó: "Este es mi inventario de cosas perdidas. A mi ya no me sirve. A ti sí. Te lo dejo como regalo para que puedas hacer tu inventario a tiempo". Luego, con cierta alegría en el rostro, continuó: "¿Sabes qué he descubierto en estos días? ¿Sabes cuál es el pecado mas grave en la vida de un hombre?".Sorprendida me quedé, sin saber reaccionar; me miró con afecto y me dijo: "Pienso que el pecado más grave en la vida de un ser humano es el pecado por omisión. Y lo más doloroso es descubrir las cosas perdidas sin tener tiempo para encontrarlas y recuperarlas."

Al día siguiente, regresé temprano a casa, después del entierro del abuelo, para hacer con calma mi propio "inventario" de las cosas perdidas, de las cosas no dichas, del afecto no manifestado.

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